12 de abril de 2008

No tan distinta

Otro momento. Otra edad. Otra perspectiva. Otra vida.
Nueva gente. Nuevos lugares. Nuevas experiencias.

Los mismos miedos. Las mismas dudas. Los mismos cuestionamientos. Los mismos errores. Las mismas piedras en el camino. El mismo sentimiento.

Pasa el tiempo, pruebo nuevas cosas, veo nuevas caras, camino nuevas rutas, crezco, aprendo y vuelvo a intentar. Me caigo, me levanto y sigo.

Cambio de lugar las cosas, cambio el aspecto de mi hábitat. Muto y permuto mi existencia. Pienso, digo y hago. Me arrepiento, vuelvo a empezar.

Pero sigo siendo igual, por dentro y por fuera. Digo las mismas cosas, me río de las mismas cosas. Llevo la misma carga en mi mochila, quizás hasta pesa más. Pero la llevo igual que antes.

Veo a mi alrededor, todo cambia a cada segundo, junto con mi mirada atenta y quizás, desinteresada. Pero todo me resulta igual, ante mi apatía. Quizás el cambio no importa si no se saca provecho de él.

Me rodeo de nuevas multitudes, pero sigo sola. Cambio el color de mis pestañas, pero sigo viéndome igual. Hasta mi guardarropas cambié, pero la ropa me sienta igual. Cambié las estructuras de mis días, pero sigo siendo el mismo desorden. Duermo más, pero me siento cansada todavía. Dejé de soñar, pero todo me resulta inalcanzable aún. Quise guardarme los sentimientos, pero sigo siendo un libro abierto. Callé mi voz durante un tiempo, pero sigo gritándole al mundo.

Avanzo, retrocedo, corto pedazos, hago un collage con las imágenes de mi vida. Y todo parece ir variando junto conmigo.

Pero al fin y al cabo todo me da igual, me parece igual, sigue igual.

Y concluyo que no soy tan distinta a la que era ayer. O el día anterior, ni el que vendrá.