18 de marzo de 2007

Tic-tac

Durante horas luché contra el ir y venir de pensamientos vacíos, inquisidores, retorcidos... Me atormentaba el saber que en sólo unas horas otro día debía comenzar y yo, sin poder siquiera relajar los músculos de mis extremidades.
Él dormía apaciblemente en su cuna, respirando en silencio, un silencio que me mantenía alerta por alguna razón que todavía desconozco. Varias veces dejé mi lecho para espiar entre la oscuridad sus imperceptibles movimientos y asegurarme de que todo estaba bien.
No era la primera noche que el insomnio se apoderaba de mí, pero nunca había sentido tanto temor. Cada tic-tac del reloj, que debía avisarme en breve que era la hora de comenzar una vez más, exaltaba mis sentidos. Y los perros… los perros que ladraban en mi ventana parecían venir a buscarme en esa noche fría que me oprimía.
Pensar, reprimir, cerrar los ojos, respirar profundo, la mente en blanco, reaccionar ante un mínimo estímulo, abrir los ojos, volver a pensar. El ciclo comenzaba y terminaba una y otra vez, sin dar lugar al sueño. Los demonios del pasado y el futuro se hacían presentes. Nuevos fantasmas se filtraban en mi imaginación. Y realidad y sueño se fundían en uno para mantenerme en ese estado de agonía inaguantable
Tic-tac me gritaba el reloj. Los perros, venían a buscarme. Música extraña y gente que pasaba. Él todavía dormía. Y yo no lograba apagar el motor que me obligaba a soñar despierta. Busqué a alguien, o a varios, por éste, aquél, todos los medios. Pero nunca hay nadie cuando mis fantasmas salen a jugar.
Absurdo, irracional, incoherente, descabellado, insensato, ilógico, disparatado, inadmisible. Todo eso parece ser el sueño en estas noches.
Tica-tac, sonido ensordecedor, y el reloj amenaza con dar la señal. Pero el sueño no asoma ni las narices, y el eterno insomnio se vuelve insoportable. Y un nuevo ciclo comienza, mientras me pregunto si el sueño eterno ha de ser igualmente intolerable.